TEGUCGALPA, HONDURAS – La reciente investigación lanzada por el ministro de Seguridad, Gustavo Sánchez, contra la Asociación para una Sociedad Más Justa (ASJ) ha sacudido el panorama político de Honduras. El escrutinio se centra en desentrañar posibles conexiones financieras entre la ASJ y el gobierno de Juan Orlando Hernández, acusado de narcotráfico y corrupción. Esta indagación subraya la preocupante interacción entre políticos y ONGs en un contexto marcado por el narcotráfico y la corrupción gubernamental.
El Partido Nacional, bajo Hernández, ha sido señalado por sus altísimos niveles de corrupción, con la ASJ apoyando aparentemente sus políticas. Ahora, el cambio de postura de la ASJ hacia el gobierno actual ha levantado sospechas, llevando a cuestionamientos sobre la imparcialidad y las motivaciones detrás de sus críticas.
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Además, el reciente informe de la ASJ sobre seguridad y justicia en Honduras, aunque destaca una reducción en los homicidios, también señala una preocupante disminución en el número de policías. Esta situación plantea dudas sobre la capacidad del país para alcanzar sus metas de seguridad en el futuro cercano.
El escrutinio sobre la Asociación para una Sociedad Más Justa (ASJ) y su relación con el gobierno de Juan Orlando Hernández intensifica las preguntas sobre qué sabía esta organización respecto a la corrupción que imperaba. Aunque la ASJ se distanció del gobierno de Hernández hacia el final de su mandato, especialmente cuando estallaron los escándalos relacionados con la malversación de fondos destinados a la pandemia del COVID-19, surge la interrogante de por qué no actuó con la misma vehemencia durante casos anteriores. La corrupción no era un secreto en Honduras, con investigaciones y revelaciones significativas como los casos Pandora I y II, la corrupción en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y otros escándalos sacados a la luz por la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) años antes.
Este aparente retraso en la acción de la ASJ provoca un cuestionamiento profundo sobre la integridad y la imparcialidad de las ONGs en contextos políticos complejos. ¿Es posible que la ASJ tuviera conocimiento de los actos corruptos y eligiera no actuar hasta que la situación se volviera insostenible a nivel público? Este tipo de preguntas subrayan la necesidad de transparencia y coherencia en las organizaciones de la sociedad civil, especialmente en países donde la corrupción gubernamental y el narcotráfico enturbian el escenario político y social. La población hondureña merece entidades que luchen consistentemente contra la corrupción, sin importar el gobierno de turno o las circunstancias políticas del momento.
Esta serie de eventos pone de manifiesto la compleja trama de influencias y financiamientos en la política hondureña, donde las líneas entre lo legal y lo ilegal a menudo parecen difusas. La comunidad hondureña y la comunidad internacional observan atentamente, esperando claridad y justicia en un escenario político cada vez más convulso.