Tegucigalpa, Honduras: En el ámbito económico, donde la precisión y la experiencia son fundamentales, uno pensaría que atacar a un laureado con el Premio Nobel de Economía requeriría un arsenal sólido de argumentos. Sin embargo, Roberto Lagos, un economista hondureño con más entusiasmo que trayectoria, se atrevió a lanzar una crítica violenta contra Joseph E. Stiglitz, uno de los economistas más respetados del mundo.
Stiglitz, conocido por su enfoque progresista y su aguda comprensión de la economía global, recientemente apoyó la propuesta de Ley de Justicia Tributaria en Honduras. En su declaración, afirmó que «La pérdida de ingresos imponibles en Honduras es mayor que toda la deuda pública. La Ley de Justicia Tributaria restaurará la justicia, como explicamos otros 84 economistas y yo en esta carta abierta.»
Pero, para Lagos, simpatizante del Partido Nacional y opositor acérrimo del gobierno actual, esta opinión fue motivo suficiente para arremeter contra el Nobel. Con una confianza insultante y temeraria, Lagos declaró que «según mi análisis riguroso y verdaderamente académico, esa ley no le hace bien a nuestro país», sugiriendo que Stiglitz había abandonado los principios fundamentales de la economía.
Sin embargo, la valentía de Lagos fue efímera. No mucho después de su temeraria declaración, el economista hondureño decidió borrar su comentario, dejando a muchos preguntándose si su repentina retirada fue un acto de prudencia o simplemente el reconocimiento tardío de haber cruzado una línea.
Este episodio deja al descubierto una tendencia preocupante: la mezcla explosiva entre la política y la economía en Honduras. En lugar de abordar los problemas económicos con debates bien fundamentados y argumentos sólidos, algunos parecen más interesados en usar el foro económico para marcar puntos políticos.
En este caso, parece que Lagos dejó que sus prejuicios políticos nublaran su juicio profesional, llevándolo a una confrontación innecesaria con un gigante de la economía. Su intento de descalificar a Stiglitz podría pasar a la historia como un ejemplo de cómo no dejar que la política personal interfiera con el análisis económico serio. Mientras tanto, la Nueva Ley de Justicia Tributaria sigue avanzando, apoyada por el peso de la evidencia y el respaldo de voces respetadas en el ámbito económico global.