
Estado de Excepción en Honduras
Tegucigalpa, Honduras – En un una noticia que genera alivio ciudadano, San Pedro Sula y el Distrito Central (Tegucigalpa y Comayagüela) han salido del ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo, según el informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal de 2024. Este resultado es una clara consecuencia de la efectividad de las políticas de seguridad implementadas por el gobierno de la presidenta, particularmente la continuidad del Estado de Excepción, una estrategia que ha sido duramente criticada por la oposición política y por ONG como el CNA y ASJ.
El informe detalla que San Pedro Sula, que alguna vez encabezó la lista como la ciudad más peligrosa del mundo entre 2011 y 2014, ha logrado una disminución sostenida en los índices de homicidios y criminalidad. Mientras tanto, Tegucigalpa, que históricamente se mantuvo en el top 20 de las ciudades más violentas, también ha mejorado sus indicadores de seguridad de manera notable.
A pesar de estos avances, la medida del Estado de Excepción, que ha permitido un mayor control territorial y operativos policiales en zonas de alta criminalidad, ha sido blanco de ataques por parte del Partido Nacional y el Partido Liberal, cuyos líderes han criticado su extensión. Sin embargo, sus propios discursos muestran contradicciones, ya que figuras como Salvador Nasralla y Jorge Cálix han prometido copiar el modelo de seguridad de Nayib Bukele en El Salvador si llegan a la presidencia. Este doble discurso evidencia que la oposición no está realmente interesada en la seguridad ciudadana, sino en desgastar políticamente al gobierno de Castro para posicionarse de cara a las elecciones de noviembre de 2025.
El éxito del Estado de Excepción en cifras
Desde la implementación del Estado de Excepción en diciembre de 2022, los homicidios en Honduras han registrado una reducción significativa. Según datos del Observatorio de la Violencia de la UNAH, el país experimentó una caída del 17% en la tasa de homicidios en 2023, de 38% en 2024 y los primeros meses de 2025 indican una tendencia similar.
El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal destacó en su informe que ninguna ciudad centroamericana figura en el ranking de las más violentas del mundo este año. Este es un cambio radical para Honduras, que en gobiernos anteriores no solo figuraba en este listado, sino que ocupaba los primeros lugares.
René Bolio, presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos (CMDH), señaló que este logro es producto de una política firme contra el crimen organizado. “No les dieron abrazos a los criminales, sino que aplicaron la ley”, subrayó Bolio, refiriéndose a la estrategia de seguridad de los gobiernos de Centroamérica, incluyendo el de Honduras.
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A pesar de los avances en seguridad, figuras como Salvador Nasralla y Jorge Cálix han manifestado abiertamente su rechazo a la continuidad del Estado de Excepción. Sin embargo, en un acto de oportunismo político, ambos han prometido implementar medidas similares si llegan a la presidencia.
Nasralla, quien ha cambiado de partido en múltiples ocasiones, ha ordenado a sus diputados en el Partido Liberal que no apoyen la extensión de esta política de seguridad, pese a que en sus discursos públicos se presenta como el candidato que replicará el “modelo Bukele” en Honduras. Por otro lado, Jorge Cálix, quien busca consolidar su liderazgo dentro del Partido Liberal, ha asumido una postura similar, negándose a respaldar una estrategia que está funcionando, solo porque su éxito beneficiaría al gobierno de Xiomara Castro.
El trasfondo político es claro: si el Estado de Excepción continúa reduciendo la violencia, el gobierno de Libre llegaría fortalecido a las elecciones de 2025, lo que reduciría las posibilidades de la oposición. Por ello, Nasralla y Cálix buscan boicotear esta política, priorizando sus ambiciones electorales sobre la seguridad del pueblo hondureño.
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El historial oscuro de Nasralla y Cálix en temas de seguridad
Las posturas de Nasralla y Cálix sobre la criminalidad no son nuevas, ni sorprendentes. Nasralla ha sido proponente de establecer treguas con maras y pandillas, una estrategia fallida en países como El Salvador, que solo permitió a las organizaciones criminales fortalecerse. En el caso de Cálix, se le han señalado vínculos familiares con estructuras del crimen organizado, lo que genera dudas sobre su verdadera intención al oponerse al Estado de Excepción.
Es claro que el Partido Nacional y el Partido Liberal están utilizando la seguridad como un tema de campaña, sin una propuesta real para enfrentar el crimen. Bajo los gobiernos nacionalistas (2010-2022), la violencia se desbordó, con Honduras figurando constantemente entre los países más peligrosos del mundo. Durante ese período, no solo San Pedro Sula fue la ciudad más violenta del mundo durante cuatro años consecutivos, sino que el país alcanzó tasas de homicidios de más de 85 por cada 100,000 habitantes en 2012, una de las más altas registradas a nivel global.
Ahora que el gobierno de Xiomara Castro ha tomado medidas concretas para recuperar el control del territorio, la oposición intenta desacreditar estos logros por razones meramente electorales.
El hecho de que San Pedro Sula y Tegucigalpa hayan salido del ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo es un logro indiscutible. Sin embargo, el trabajo no ha terminado. La administración de Xiomara Castro sigue implementando estrategias de seguridad para consolidar estos avances, enfrentando no solo el crimen organizado, sino también a una oposición que busca debilitar cualquier éxito del gobierno actual.
Mientras tanto, en otros países de la región la violencia sigue en aumento. En 2024, Puerto Príncipe, Haití, se posicionó como la ciudad más violenta del mundo, con 139 homicidios por cada 100,000 habitantes. Otras ciudades de Ecuador, México, Brasil y Colombia siguen dominando el listado.
Honduras, en cambio, ha dado un paso adelante. Gracias a una estrategia de seguridad firme y sostenida, el país comienza a dejar atrás su pasado violento. La pregunta es: ¿permitirá la oposición que el país siga avanzando, o seguirá obstaculizando medidas solo por intereses políticos?
El pueblo hondureño tiene la respuesta.