El comienzo del juicio contra el expresidente Juan Orlando Hernández en Nueva York arrancó en una jornada maratónica que culminó con la cuidadosa selección de 12 miembros del jurado, más 6 suplentes, un proceso encaminado a decidir el destino del acceso del expresidente del Partido Nacional (PN) de Honduras. Conducido en medio de un desfile de perturbadoras realidades y peculiares defensas, en el que Hernández presentó una figura discordante, eligiendo la vestimenta de sus días de mandato como una evidente declaración de auto absolución de su involucramiento en actividades de narcotráfico.
Contrario a la estrategia de su compostura, éste acto podría describirse designar los roles oscurecidos adulante y los del esa década de gobierno, y cómo reposo a define el mismo: vistiéndose con una tenida que evoca un halo de legitimidad y desempeño presidencial. Se yergue al clamor de argumentos que abrazan sea realizaciones en detrás de una acumulación de de actos ilícitos que socavaron los cimientos democráticos y económicos de Honduras, sumiendo a la función a de un estado de pobreza creciente.
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En un giro que destaca la estrategia de la fiscalía, la defensa de Hernández y la crisis por nuevo avance: planea la inclusión de un testimonio casi de último minuto de una mujer supuestamente asociada con «Porky», nombre de temor en las calles, Yamul Adonay Archaga Carias, marcado también como transferencia de alta esquiva de MS-13. Líder pandillero se libro de la justicia por medio de una fuga espectacular en 2020. Esta decisión, bendecida por el juez Kevin Castel, ha despertado Inquietudes en la defensa, liderada por Raymond Colon, quien no ocultó su descontento ante la inclusión de este testimonio sorpresa que amenaza con recalibrar el teatro estratégico y emocional de este bullpen judicial.